Asdrúbal Barca Fue un general cartaginés de la dinastía Bárcida (245-207 a. C.), uno de los tres hijos de Amílcar Barca. Al estallar la Segunda Guerra Púnica, Aníbal partió de Iberia junto con el ejército que había reclutado, rumbo a Italia por vía terrestre, atravesando los Pirineos y los Alpes antes de llegar al valle del Po. Asdrúbal permaneció en Iberia cubriendo la retaguardia y las fuentes de suministros al ejército de Aníbal. Roma envió varios ejércitos para cortar las líneas de comunicación y suministros de Asdrúbal, quien se enfrentó a las fuerzas romanas, comandadas por los Escipiones (Publio y Cneo Cornelio Escipión), al noreste de la Península. Tras la derrota de Dertosa, tuvo que ceder posiciones, dejando a los romanos el control de las tierras al norte del Ebro. Asdrúbal tuvo que viajar al Norte de África para someter a los reinos vecinos a Cartago que se habían rebelado, momento que los romanos aprovecharon para llegar hasta el nacimiento del río Guadalquivir. Una vez sometido el Norte de África, Asdrúbal regresó a Iberia para enfrentarse a los Escipiones, acabando con Publio en el 211 a. C. en Cástulo, y con Cneo en el 210 a. C., cerca de Tarraco. Fue entonces cuando Roma envío a Iberia a Publio Cornelio Escipión hijo, que tomó Qart Hadasth en 209 a. C. y rechazó a Asdrúbal en la batalla de Baecula en 208 a. C. Tras esta batalla, y en vista de que la situación en Iberia se complicaba, Asdrúbal dejó en manos de su hermano Magón la defensa de Iberia, y reclutando aprisa un ejército, emuló la gesta de su hermano y cruzó los Pirineos y los Alpes, para aparecer en Italia en 207 a. C., con la idea de llevar refuerzos a su hermano Aníbal y tratar de asestar de esta forma un golpe casi definitivo a Roma. Sin embargo, un ejército romano estaba preparado para detener su encuentro con Aníbal, y le ofreció batalla a orillas del río Metauro. Asdrúbal trató de evitar la batalla, perdiendo tiempo en hallar un vado para cruzar el río, con lo que los romanos cayeron sobre el disperso ejército púnico. Asdrúbal fue muerto en la batalla, y la noticia de su muerte llegó a Aníbal de una forma despiadada: los romanos le hicieron ver el fin de sus esperanzas en Italia arrojando la cabeza de su hermano al campamento donde en vano le aguardaba.